El balance del incendio que asoló la Iglesia de Santa Maria di Gesù esta tarde a las 14 horas es muy alto. Las llamas se extendieron en unos instantes desde el techo de la Iglesia para envolver toda la estructura.
Se han perdido muchos objetos de inestimable valor histórico y artístico, incluidas varias pinturas, en particular una pintura de Pietro Novelli, la estatua de madera del Crucifijo y la Virgen y el altar.
Afortunadamente, se rescataron los restos del patrón de Palermo, San Benedetto Il Moro, figura venerada y amada por los palermitanos y guardada durante siglos en la Iglesia de Santa Maria di Gesù, mientras que el simulacro y las reliquias se encuentran en la Iglesia Matriz de San Fratello.
Las llamas, que dañaron severamente la estructura, amenazaron con destruir el cuerpo de San Benedetto Il Moro, causando profunda preocupación y disgusto entre los devotos palermitanos.
Hasta ahora, numerosos fieles y peregrinos acudían regularmente a este lugar de culto para rendir homenaje a su santo patrón y buscar su protección e intercesión, considerado fuente de esperanza y milagros para quienes acuden a él en sus oraciones.
San Benedetto Il Moro, también conocido como San Benedetto da San Fratello, es una figura de gran importancia espiritual y cultural para la ciudad de Palermo y para toda Sicilia. Nacido en África en 1526 en San Fratello (Messina), el joven fraile se trasladó a Palermo, dedicando su vida a la oración, la penitencia y la asistencia a los más necesitados.
A pesar de ser analfabeto, San Benedetto Il Moro durante su vida fue consejero de nobles y poderosos, amigo de los pobres y marginados, capaz de instruir incluso a los mismos teólogos en las sagradas escrituras. Su extraordinaria fe y compasión lo convirtieron en un ejemplo de devoción y humildad para los palermitanos.
Su figura está envuelta en un halo legendario. Nacido de dos esclavas africanas, se hizo libre gracias a la concesión de su amo Vincenzo Manasseri, cuyo rebaño custodió durante años con tanta dedicación y virtud que se le apodó el “santo moro”. A los veintiún años entró en la comunidad de ermitaños creada en torno a San Fratello por Girolamo Lanza, que vivía bajo la regla de San Francisco. Cuando los ermitaños se trasladaron a Monte Pellegrino, Benedetto los siguió y, a la muerte de Lanza, fue elegido superior por los hermanos.
En 1562 ingresó en el convento de Santa Maria di Gesù en Palermo, donde vivió durante veinticuatro años hasta su muerte el 4 de abril de 1589. Durante algunos años lideró la comunidad con sabiduría y gran caridad y su reputación de santidad pronto se extendió entre la población. Muchas fueron las curaciones que realizó y un gran número de devotos acudían a él para consultarlo, entre ellos numerosos sacerdotes, teólogos y hasta el virrey de Sicilia.
El Senado de Palermo en 1713 lo eligió como patrón de la ciudad, fue bendito a instancias de Benedicto XIV en 1743 y fue canonizado por Pío VII el 24 de mayo de 1807. Su fiesta se celebra el 4 de abril.
En este terrible día, la salvación de su cuerpo parecía un signo de esperanza para muchos palermitanos, dispuestos a abrazar, hoy más que nunca, en un sentimiento aún más fuerte de devoción y gratitud hacia San Benedetto Il Moro, el “Santo Negro”.